Brasil no sólo logró mantener su unidad territorial heredada de la colonia, expandiéndose incluso más allá de sus fronteras originales, sino que logró superar las causas estructurales internas ligadas a la continuidad de un país dependiente, monoproductor y económicamente atrasado. Con la revolución de 1930, la oligarquía vinculada a la explotación y exportación de café fue vencida por un frente de clases y sectores progresistas. Aunque tallado por las particularidades de un país periférico, con altibajos y no sin dificultades, Brasil comenzó a partir de entonces su propio desarrollo industrial. Hoy figura entre las primeras potencias económicas del mundo, y en plena crisis internacional su prosperidad socioeconómica es importante para la profundización del modelo productivista en la Argentina. Relevante a su vez para el crecimiento de un Mercosur funcional al desarrollo equilibrado de todos sus integrantes e igualmente vital para la consolidación de Unasur como bloque de poder regional. En este sentido, y con la finalidad de enriquecer el debate ante la toma de posición de un sector de la industria local (UIA) y cámaras agropecuarias que buscan la regresión a modelos que frenaron el desarrollo nacional, Cash entrevistó a Paulo Skaf, presidente de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), para conocer la experiencia brasileña.
¿Cómo hizo Brasil para consolidar un modelo de desarrollo industrial? ¿Tuvo que ver en este proceso la transferencia de renta desde el sector agrario al industrial a partir de 1930?
–La industrialización brasileña solamente fue posible gracias a la acumulación de divisas provenientes del campo. Las primeras industrias que se desarrollaron estaban vinculadas a las actividades agrícolas. Sin embargo, no creo en la separación entre agricultura e industria. En la disyuntiva entre un modelo agrario-exportador o uno exportador de manufacturas. Los Estados Unidos son un ejemplo, ya que la fuerza de su economía está en la industria como en el campo, siendo el mayor productor mundial de soja y etanol. En Brasil, desde el momento a partir del cual gracias al café se transfirió la renta a las ciudades e industrias, la agricultura desapareció como eslabón aislado de la economía, cediendo espacio a la cadena del agronegocio. La agricultura brasileña contribuye con más del 40 por ciento de las exportaciones y su cadena productiva genera cerca del 30 por ciento de los empleos en el país, siendo un complemento para el crecimiento de la industria y de fundamental importancia para Brasil.
Las crisis internacionales han repercutido favorablemente en el surgimiento de condiciones para la industrialización de los países latinoamericanos. ¿Cómo se puede aprovechar la actual para la industrialización del Mercosur?
–La fuerte crisis internacional de los años ‘30 ofreció a Brasil mejores condiciones para producir internamente manufacturas que antes se importaban. Eso fue posible gracias a la acumulación de recursos de las exportaciones de café, que permitió financiar la creación de nuestras primeras fábricas. El momento actual guarda algunas semejanzas con la década del ‘30. La grave crisis en el centro del sistema financiero de las economías más desarrolladas y la acumulación de reservas por parte de las economías latinoamericanas se repiten. No obstante, el modelo de sustitución de importaciones, con base en el proteccionismo comercial, no tiene más sentido. En la actualidad, Brasil y los países vecinos están más unidos y la desaceleración de la economía mundial impactará en la región. Por eso, es necesario evitar la ola proteccionista y garantizar la demanda interna con inversión pública. Sólo así será posible mantener los intercambios comerciales de manera equitativa, reavivando el motor de la economía.
¿Sin el desarrollo de las fuerzas productivas de los países de la región rezagados a nivel industrial cree que se puede alcanzar un Mercosur exitoso?
–Para que el proceso de integración se lleve a cabo con éxito es necesario que haya confianza entre los socios, además de mantener acciones coordinadas. Poniendo eso en práctica –lo que muchas veces resulta complicado–, el regionalismo puede despegar. Sin dudas, el Mercosur y Latinoamérica deben buscar una proximidad económica mayor, con ampliación y cualificación de los intercambios comerciales, y elevar el flujo de inversión, sin exclusión de ningún país. También es inaceptable que se verifiquen imposiciones unilaterales de barreras o el desvío comercial con terceros países. En este punto, los bloques regionales se deben perfeccionar. Sólo así, los países pueden sacar mejores y más provechos de la cooperación.
La reindustrialización de la Argentina como la industrialización equilibrada del Mercosur, ¿no contradice la normal expansión de la burguesía industrial brasileña (paulista y no paulista) fronteras afuera?
–La gran contradicción sería, en verdad, el debilitamiento de la industria de esos países. La expansión de la industria brasileña no tiene como antecedente la ausencia de competidores en Uruguay, Argentina, Colombia o Venezuela, sino la complementación entre las industrias de cada una de estas naciones. Tomemos como ejemplo al sector automotor, sector en el que Brasil posee acuerdos de complementación económica con Argentina, Uruguay y México. Los automóviles están entre los primeros productos de la lista tanto en las compras como en las ventas brasileñas con estos países. La cadena de comercio –sumando los automóviles y autopiezas– alcanzó en 2008 los 31.400 millones de dólares. En el caso específico de Argentina, Brasil exporta e importa automóviles de pequeño porte, no obstante lo cual nuestra flota exportadora necesita de componentes del mercado argentino. Esta interdependencia entre las industrias de automóviles de ambos países implica que la parte brasileña dependa del crecimiento de sus homólogas argentina, uruguaya o mexicana. Asimismo, también debemos contemplar las enormes inversiones que Brasil hizo en los países de la región, contribuyendo a la integración y expansión de las cadenas productivas de este rubro industrial.
¿Qué rol podría jugar la industria brasileña en el proceso de desarrollo industrial de la región?
–Para Brasil es fundamental el desarrollo de sus vecinos en la región. Los industriales brasileños apoyamos e incentivamos el desarrollo industrial de todos los países latinoamericanos, pues sólo así lograremos el crecimiento del mercado exportador y mejores condiciones de compra de insumos. A modo de ejemplo, cerca del 10 por ciento de las exportaciones y el 11 por ciento de las importaciones brasileñas se realizan con países del Mercosur. Y cada uno tiene condiciones de encontrar su propio nicho en ese mercado competitivo. Sin embargo, sabemos que el desarrollo industrial de un país no es un proceso repentino, sino continuo.
¿Cómo está afectando la crisis internacional a la industria brasileña?
–El sector industrial está sintiendo fuertemente los impactos de la crisis financiera. Para que se tenga una idea, Brasil tuvo una caída del 3,6 por ciento en el PIB en el último trimestre de 2008. Pero el de la industria en particular registró una mayor: 7,4 por ciento. El impacto en el empleo fue inmediato. El Registro General de Empleados y Desempleados muestra que entre octubre de 2008 y marzo de 2009 se perdieron 692.000 empleos formales en Brasil, de los cuales 276.000 ocurrieron en San Pablo. Hubo cierta recuperación de la producción industrial al inicio de este año, principalmente con los incentivos dados al sector automotor. Pero eso no significa que la crisis haya terminado. Si comparamos la producción de autos acumulada entre enero y abril de 2009 con el mismo período de 2008, veremos que la producción nacional de vehículos cayó un 16,4 por ciento.
¿Se están tomando las medidas necesarias para enfrentar la crisis?
–Desde el comienzo de la crisis, las acciones gubernamentales fueron varias. Ya hubo reducción de 3,5 puntos porcentuales de la tasa Selic. Pero estas medidas adoptadas por el Banco Central fueron destinadas a beneficiar al sector financiero y no al productivo. También se implementaron diversos sistemas de garantía al crédito destinado al sector productivo. Por otro lado, el ciclo de caída gradual de la tasa básica de interés de la economía ayuda, pero deberá bajarse aún más, a niveles del 7 por ciento. En suma, las medidas tomadas fueron de diversa índole, trayendo algún aliento para el sector productivo, aunque siguen siendo insuficientes. A pesar de la ayuda gubernamental, las proyecciones para la industria nacional calculan una caída de alrededor del 5 por ciento en 2009.
¿Qué pasará este año?
–De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la perspectiva del PIB brasileño para 2009 es de un retroceso de 1,3 por ciento, caída que deja a Brasil en una situación relativamente buena en relación con las principales economías del mundo. Sin embargo, tenemos plena conciencia de que la crisis ha llegado y no podemos ignorarla. Pero también somos conscientes de que el país tiene condiciones de salir fortalecido de esta situación y que la industria tiene un rol fundamental en este aspecto. Tenemos un mercado interno que necesita ser atendido y un parque industrial con plenas condiciones para enfrentar la demanda.
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¿Cómo hizo Brasil para consolidar un modelo de desarrollo industrial? ¿Tuvo que ver en este proceso la transferencia de renta desde el sector agrario al industrial a partir de 1930?
–La industrialización brasileña solamente fue posible gracias a la acumulación de divisas provenientes del campo. Las primeras industrias que se desarrollaron estaban vinculadas a las actividades agrícolas. Sin embargo, no creo en la separación entre agricultura e industria. En la disyuntiva entre un modelo agrario-exportador o uno exportador de manufacturas. Los Estados Unidos son un ejemplo, ya que la fuerza de su economía está en la industria como en el campo, siendo el mayor productor mundial de soja y etanol. En Brasil, desde el momento a partir del cual gracias al café se transfirió la renta a las ciudades e industrias, la agricultura desapareció como eslabón aislado de la economía, cediendo espacio a la cadena del agronegocio. La agricultura brasileña contribuye con más del 40 por ciento de las exportaciones y su cadena productiva genera cerca del 30 por ciento de los empleos en el país, siendo un complemento para el crecimiento de la industria y de fundamental importancia para Brasil.
Las crisis internacionales han repercutido favorablemente en el surgimiento de condiciones para la industrialización de los países latinoamericanos. ¿Cómo se puede aprovechar la actual para la industrialización del Mercosur?
–La fuerte crisis internacional de los años ‘30 ofreció a Brasil mejores condiciones para producir internamente manufacturas que antes se importaban. Eso fue posible gracias a la acumulación de recursos de las exportaciones de café, que permitió financiar la creación de nuestras primeras fábricas. El momento actual guarda algunas semejanzas con la década del ‘30. La grave crisis en el centro del sistema financiero de las economías más desarrolladas y la acumulación de reservas por parte de las economías latinoamericanas se repiten. No obstante, el modelo de sustitución de importaciones, con base en el proteccionismo comercial, no tiene más sentido. En la actualidad, Brasil y los países vecinos están más unidos y la desaceleración de la economía mundial impactará en la región. Por eso, es necesario evitar la ola proteccionista y garantizar la demanda interna con inversión pública. Sólo así será posible mantener los intercambios comerciales de manera equitativa, reavivando el motor de la economía.
¿Sin el desarrollo de las fuerzas productivas de los países de la región rezagados a nivel industrial cree que se puede alcanzar un Mercosur exitoso?
–Para que el proceso de integración se lleve a cabo con éxito es necesario que haya confianza entre los socios, además de mantener acciones coordinadas. Poniendo eso en práctica –lo que muchas veces resulta complicado–, el regionalismo puede despegar. Sin dudas, el Mercosur y Latinoamérica deben buscar una proximidad económica mayor, con ampliación y cualificación de los intercambios comerciales, y elevar el flujo de inversión, sin exclusión de ningún país. También es inaceptable que se verifiquen imposiciones unilaterales de barreras o el desvío comercial con terceros países. En este punto, los bloques regionales se deben perfeccionar. Sólo así, los países pueden sacar mejores y más provechos de la cooperación.
La reindustrialización de la Argentina como la industrialización equilibrada del Mercosur, ¿no contradice la normal expansión de la burguesía industrial brasileña (paulista y no paulista) fronteras afuera?
–La gran contradicción sería, en verdad, el debilitamiento de la industria de esos países. La expansión de la industria brasileña no tiene como antecedente la ausencia de competidores en Uruguay, Argentina, Colombia o Venezuela, sino la complementación entre las industrias de cada una de estas naciones. Tomemos como ejemplo al sector automotor, sector en el que Brasil posee acuerdos de complementación económica con Argentina, Uruguay y México. Los automóviles están entre los primeros productos de la lista tanto en las compras como en las ventas brasileñas con estos países. La cadena de comercio –sumando los automóviles y autopiezas– alcanzó en 2008 los 31.400 millones de dólares. En el caso específico de Argentina, Brasil exporta e importa automóviles de pequeño porte, no obstante lo cual nuestra flota exportadora necesita de componentes del mercado argentino. Esta interdependencia entre las industrias de automóviles de ambos países implica que la parte brasileña dependa del crecimiento de sus homólogas argentina, uruguaya o mexicana. Asimismo, también debemos contemplar las enormes inversiones que Brasil hizo en los países de la región, contribuyendo a la integración y expansión de las cadenas productivas de este rubro industrial.
¿Qué rol podría jugar la industria brasileña en el proceso de desarrollo industrial de la región?
–Para Brasil es fundamental el desarrollo de sus vecinos en la región. Los industriales brasileños apoyamos e incentivamos el desarrollo industrial de todos los países latinoamericanos, pues sólo así lograremos el crecimiento del mercado exportador y mejores condiciones de compra de insumos. A modo de ejemplo, cerca del 10 por ciento de las exportaciones y el 11 por ciento de las importaciones brasileñas se realizan con países del Mercosur. Y cada uno tiene condiciones de encontrar su propio nicho en ese mercado competitivo. Sin embargo, sabemos que el desarrollo industrial de un país no es un proceso repentino, sino continuo.
¿Cómo está afectando la crisis internacional a la industria brasileña?
–El sector industrial está sintiendo fuertemente los impactos de la crisis financiera. Para que se tenga una idea, Brasil tuvo una caída del 3,6 por ciento en el PIB en el último trimestre de 2008. Pero el de la industria en particular registró una mayor: 7,4 por ciento. El impacto en el empleo fue inmediato. El Registro General de Empleados y Desempleados muestra que entre octubre de 2008 y marzo de 2009 se perdieron 692.000 empleos formales en Brasil, de los cuales 276.000 ocurrieron en San Pablo. Hubo cierta recuperación de la producción industrial al inicio de este año, principalmente con los incentivos dados al sector automotor. Pero eso no significa que la crisis haya terminado. Si comparamos la producción de autos acumulada entre enero y abril de 2009 con el mismo período de 2008, veremos que la producción nacional de vehículos cayó un 16,4 por ciento.
¿Se están tomando las medidas necesarias para enfrentar la crisis?
–Desde el comienzo de la crisis, las acciones gubernamentales fueron varias. Ya hubo reducción de 3,5 puntos porcentuales de la tasa Selic. Pero estas medidas adoptadas por el Banco Central fueron destinadas a beneficiar al sector financiero y no al productivo. También se implementaron diversos sistemas de garantía al crédito destinado al sector productivo. Por otro lado, el ciclo de caída gradual de la tasa básica de interés de la economía ayuda, pero deberá bajarse aún más, a niveles del 7 por ciento. En suma, las medidas tomadas fueron de diversa índole, trayendo algún aliento para el sector productivo, aunque siguen siendo insuficientes. A pesar de la ayuda gubernamental, las proyecciones para la industria nacional calculan una caída de alrededor del 5 por ciento en 2009.
¿Qué pasará este año?
–De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la perspectiva del PIB brasileño para 2009 es de un retroceso de 1,3 por ciento, caída que deja a Brasil en una situación relativamente buena en relación con las principales economías del mundo. Sin embargo, tenemos plena conciencia de que la crisis ha llegado y no podemos ignorarla. Pero también somos conscientes de que el país tiene condiciones de salir fortalecido de esta situación y que la industria tiene un rol fundamental en este aspecto. Tenemos un mercado interno que necesita ser atendido y un parque industrial con plenas condiciones para enfrentar la demanda.