Argentina ha sido protagonista importante en los acontecimientos financieros internacionales de esta primera década del siglo 21. Al principio, declaró la cesación de pagos de su deuda externa soberana, que constituyó el mayor default de la historia mundial. Luego, en 2004, sobre la base de un proceso notable de recuperación, fundado en los recursos propios, formuló una propuesta de canje de la deuda incumplida, iniciativa aceptada por la amplia mayoría de los tenedores de obligaciones de deuda. Poco después, la cancelación de la deuda pendiente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) puso fin a sus condicionalidades sobre la política económica argentina.
La recuperación de la soberanía en el ejercicio de la política económica obedece a que, en el transcurso de esta década, las restricciones externa y fiscal, han sido sustituidas por los superávit gemelos, en el balance de pagos y en el presupuesto. A su vez, la restricción institucional también ha sido resuelta como lo demuestra que todos los conflictos ("resolución 125", las reformas de los regímenes previsional y de medios audiovisuales, el uso de las reservas del Banco Central), que involucran a los tres poderes del Estado, se tramitan conforme a las reglas de la Constitución. Base ésta, esencial de la seguridad jurídica y el comportamiento ordenado de la economía.
Otro canje de deuda. En este escenario, apareció la iniciativa del nuevo canje de deuda, promovida por el Poder Ejecutivo con el apoyo de la oposición, expresado en el respaldo mayoritario del Congreso para la suspensión de "ley cerrojo", que prohibía la reapertura del exitoso canje de 2004. No es seguro, sea cual fuere el grado de aceptación de este segundo canje, que se levante la animosidad contra la heterodoxia argentina y, efectivamente, se reanuden las corrientes de crédito externo a menores y razonables tasas de interés.
Además, el tema realmente pendiente en materia de deuda es con el Club de París y no con los que no aceptaron el canje de 2004 ( holds out ). La prioridad es seguir fortaleciendo lo que permitió salir de la crisis y crecer. Es decir, la movilización de los recursos propios.
El ahorro interno. Recordemos que el ahorro argentino alcanza a casi el 30 por ciento del producto interno bruto (PIB) -equivalente a más de 100 mil millones de dólares-, que la economía viene operando con sustantivos superávit en la balanza comercial (más de 15 mil millones de dólares estimado para este año) y en cuenta corriente equivalente al tres por ciento del PIB. La fortaleza actual de la economía permitió que, desde fines del 2007 hasta mediados del año pasado, salieran capitales propios por 40 mil millones de dólares (equivalentes al 20 por ciento del ahorro nacional), sin que colapsara.
La prioridad, por lo tanto, es retener y reciclar el ahorro interno en el proceso productivo, convenciéndonos de que el lugar más rentable y seguro para invertir nuestro ahorro es la Argentina. Después, todo lo demás, incluso "la vuelta a los mercados" internacionales, viene por añadidura.
¿Qué hacer ahora con el canje y el uso de las reservas? Respecto de lo primero, visto lo avanzado de la propuesta, lo mejor parece ser seguir adelante sin urgencia, porque nada fundamental depende del canje. Conviene no hacerse ilusiones y suponer que esta "vuelta a los mercados" es la solución de los problemas del financiamiento del desarrollo. Respecto de las reservas del Banco Central para cancelar deuda, es uno de los usos posibles. La iniciativa es tramitada en el marco de las reglas de la Constitución y la intervención de los tres poderes. Sería importante que el debate sea el espacio para un tratamiento amplio y profundo de los problemas del financiamiento del desarrollo y del presupuesto, no una mera confrontación de mayorías relativas en las cámaras del Congreso.
De todos modos, con o sin uso de reservas, con o sin canje, el país está en condiciones de cumplir sus compromisos externos y crecer. Los pagos de este año con reservas u otros recursos, tienen una diferencia de tasa de interés, dato importante, pero que no involucra la capacidad de pago. El pago con reservas es un recurso de una vez. En el mediano y largo plazo, son los recursos genuinos de la actividad corriente los que proporcionan los medios de pago.
Es necesario que el debate actual no impida resolver los problemas fundamentales. Uno, es afianzar la competitividad de la economía para consolidar la fortaleza actual de sus pagos internacionales. Otro, apuntalar la solvencia fiscal. No es preciso ajustar, es decir, bajar el gasto real indispensable para la oferta de bienes públicos. Si es preciso acomodar el crecimiento del gasto público al de la recaudación, lo cual permitiría recuperar, a breve plazo, el superávit primario. De otro modo, un crecimiento persistente del gasto por encima de los recursos públicos, lleva al endeudamiento, a la apreciación del tipo de cambio, a restablecer las restricciones externa y fiscal y, en consecuencia, a la pérdida de soberanía.
Argentina ha logrado remover las tres restricciones -externa, fiscal e institucional- que, en el pasado, frenaron su desarrollo. Subsiste una cuarta, resultado de las tres primeras: la restricción social resultante de la desigualdad en la distribución de la riqueza y de las oportunidades. Para que sea posible el encomiable objetivo, destacado por la Presidenta en su mensaje al Congreso, de alcanzar en el más breve plazo posible pobreza cero, es indispensable consolidar definitivamente el ejercicio soberano de la política económica de un país integrado al mundo en el comando de su propio destino. Este ha sido el gran logro de esta década que, para consolidarse, requiere que no se repitan las políticas del pasado.
La recuperación de la soberanía en el ejercicio de la política económica obedece a que, en el transcurso de esta década, las restricciones externa y fiscal, han sido sustituidas por los superávit gemelos, en el balance de pagos y en el presupuesto. A su vez, la restricción institucional también ha sido resuelta como lo demuestra que todos los conflictos ("resolución 125", las reformas de los regímenes previsional y de medios audiovisuales, el uso de las reservas del Banco Central), que involucran a los tres poderes del Estado, se tramitan conforme a las reglas de la Constitución. Base ésta, esencial de la seguridad jurídica y el comportamiento ordenado de la economía.
Otro canje de deuda. En este escenario, apareció la iniciativa del nuevo canje de deuda, promovida por el Poder Ejecutivo con el apoyo de la oposición, expresado en el respaldo mayoritario del Congreso para la suspensión de "ley cerrojo", que prohibía la reapertura del exitoso canje de 2004. No es seguro, sea cual fuere el grado de aceptación de este segundo canje, que se levante la animosidad contra la heterodoxia argentina y, efectivamente, se reanuden las corrientes de crédito externo a menores y razonables tasas de interés.
Además, el tema realmente pendiente en materia de deuda es con el Club de París y no con los que no aceptaron el canje de 2004 ( holds out ). La prioridad es seguir fortaleciendo lo que permitió salir de la crisis y crecer. Es decir, la movilización de los recursos propios.
El ahorro interno. Recordemos que el ahorro argentino alcanza a casi el 30 por ciento del producto interno bruto (PIB) -equivalente a más de 100 mil millones de dólares-, que la economía viene operando con sustantivos superávit en la balanza comercial (más de 15 mil millones de dólares estimado para este año) y en cuenta corriente equivalente al tres por ciento del PIB. La fortaleza actual de la economía permitió que, desde fines del 2007 hasta mediados del año pasado, salieran capitales propios por 40 mil millones de dólares (equivalentes al 20 por ciento del ahorro nacional), sin que colapsara.
La prioridad, por lo tanto, es retener y reciclar el ahorro interno en el proceso productivo, convenciéndonos de que el lugar más rentable y seguro para invertir nuestro ahorro es la Argentina. Después, todo lo demás, incluso "la vuelta a los mercados" internacionales, viene por añadidura.
¿Qué hacer ahora con el canje y el uso de las reservas? Respecto de lo primero, visto lo avanzado de la propuesta, lo mejor parece ser seguir adelante sin urgencia, porque nada fundamental depende del canje. Conviene no hacerse ilusiones y suponer que esta "vuelta a los mercados" es la solución de los problemas del financiamiento del desarrollo. Respecto de las reservas del Banco Central para cancelar deuda, es uno de los usos posibles. La iniciativa es tramitada en el marco de las reglas de la Constitución y la intervención de los tres poderes. Sería importante que el debate sea el espacio para un tratamiento amplio y profundo de los problemas del financiamiento del desarrollo y del presupuesto, no una mera confrontación de mayorías relativas en las cámaras del Congreso.
De todos modos, con o sin uso de reservas, con o sin canje, el país está en condiciones de cumplir sus compromisos externos y crecer. Los pagos de este año con reservas u otros recursos, tienen una diferencia de tasa de interés, dato importante, pero que no involucra la capacidad de pago. El pago con reservas es un recurso de una vez. En el mediano y largo plazo, son los recursos genuinos de la actividad corriente los que proporcionan los medios de pago.
Es necesario que el debate actual no impida resolver los problemas fundamentales. Uno, es afianzar la competitividad de la economía para consolidar la fortaleza actual de sus pagos internacionales. Otro, apuntalar la solvencia fiscal. No es preciso ajustar, es decir, bajar el gasto real indispensable para la oferta de bienes públicos. Si es preciso acomodar el crecimiento del gasto público al de la recaudación, lo cual permitiría recuperar, a breve plazo, el superávit primario. De otro modo, un crecimiento persistente del gasto por encima de los recursos públicos, lleva al endeudamiento, a la apreciación del tipo de cambio, a restablecer las restricciones externa y fiscal y, en consecuencia, a la pérdida de soberanía.
Argentina ha logrado remover las tres restricciones -externa, fiscal e institucional- que, en el pasado, frenaron su desarrollo. Subsiste una cuarta, resultado de las tres primeras: la restricción social resultante de la desigualdad en la distribución de la riqueza y de las oportunidades. Para que sea posible el encomiable objetivo, destacado por la Presidenta en su mensaje al Congreso, de alcanzar en el más breve plazo posible pobreza cero, es indispensable consolidar definitivamente el ejercicio soberano de la política económica de un país integrado al mundo en el comando de su propio destino. Este ha sido el gran logro de esta década que, para consolidarse, requiere que no se repitan las políticas del pasado.
*Economista, profesor emérito de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA)
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