En una columna, publicada bajo el título “La prueba histórica de un fraude intelectual” (La Nación, 22 de noviembre pasado), el responsable tanto de la adopción como de la mayor parte de la gestión y la caída final del “régimen de convertibilidad” argentino (1991-2001) señaló que “los ideólogos del Plan Fénix impulsaron el abandono de la convertibilidad y promovieron la pesificación de los depósitos y contratos en dólares con fuerte devaluación del peso...”. Se trata de un burdo intento –uno más– del ex ministro Domingo Cavallo de descargar sus propias responsabilidades históricas sobre terceros.
La siguiente es una breve descripción de los principales hechos vinculados con el derrumbe final del “régimen de convertibilidad”, que incluye también un más objetivo señalamiento de las responsabilidades del caso. Ha sido tomada de un trabajo que elaboré el año 2003, “La cuestión fiscal bajo el régimen de convertibilidad (Argentina 1991-2001)”, y publicado por la revista Realidad Económica (Nº 207, octubre/noviembre 2004).
“El derrumbe de 2001 ha adquirido un patetismo sin igual en la historia argentina contemporánea (y también en la mundial, al menos si se lo compara con sucesos registrados en economías de tiempos de paz). En una secuencia casi simultánea se terminó produciendo: la quiebra del Estado y el default inevitable de la deuda pública; una profunda depresión con ruptura de la cadena de pagos y desocupación rampante; una fuga masiva de depósitos y capitales, que huían de la moneda nacional (provocando su acelerada desaparición) y la pérdida de toda confianza en las instituciones bancarias (incluida la banca multinacional); la indisponibilidad de los depósitos en el sistema financiero; el control de capitales y una obligada devaluación, que en una primera instancia decidió “el mercado”.
Una vez caído el gobierno electo en 1999 se sucedieron la declaración oficial de default; la devaluación formal y posterior “flotación” del tipo de cambio y un contradictorio –en su primera fase, al menos– intento de “repesificar” la economía argentina, en las peores circunstancias que puedan imaginarse: emitiendo deuda pública adicional, buena parte de ella en moneda extranjera, en una magnitud todavía difícil de precisar y facilitando la “licuación” de grandes deudas empresarias a costa de las exhaustas arcas públicas.
Resulta paradójico, por fin, que hayan sido el fundador del régimen de convertibilidad y el presidente electo en 1999 –quien convocó al primero para sostener a toda costa la paridad “1 a 1” y el pago regular de la deuda pública– quienes terminasen adoptando, antes de su salida del gobierno (el 19 y 20 de diciembre de 2001), las medidas que acabaron con él. La adopción del régimen de indisposición de depósitos e inversiones bancarios (denominado “corralito”) y las medidas de control conexas (de cambios y capitales) a partir del 30 de noviembre de 2001 –que resultaron en una primera devaluación, del orden del 20/25 por ciento, decidida por “el mercado” en los días siguientes– y el primer default público efectivo, verificado el 19 de diciembre (el no pago de comisiones de 47 millones de dólares por el megacanje), fueron todas decisiones póstumas de los más devotos y encumbrados defensores del régimen de “caja de conversión”. El presidente de la Nación y su ministro de Economía fueron expulsados casi de inmediato por multitudes exasperadas el 19 y 20 de diciembre de 2001”
* Economista del Plan Fénix
Reactivación de demanda versus desinflación
Hace 1 mes
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