jueves, 17 de diciembre de 2009

La prueba histórica de un fraude intelectual. Por Domingo Cavallo


(Publicado en La Nación (suplemento económico) el domingo 22 de noviembre de 2009)
Los ideólogos del Plan Fénix impulsaron el abandono de la convertibilidad y promovieron la pesificación de los depósitos y contratos en dólares con fuerte devaluación del Peso, con el argumento de que el “atraso cambiario” de los 90s había deprimido las exportaciones y, por consiguiente, era responsable de la recesión y del desempleo.
Han pasado ya ocho años de este cambio de paradigma y disponemos de datos estadísticos para examinar la validez empírica de esta teoría. Es importante que los estudiosos de la economía contrasten todas las teorías con la realidad, pero particularmente la del dólar alto como clave de la competitividad, porque es la responsable intelectual de la traumática discontinuidad en las reglas de juego de la economía que se produjo alrededor del Año Nuevo de 2002.
A modo de desafío intelectual, pido a los ideólogos del Plan Fénix que expliquen, a partir de su teoría, la realidad que describen las cifras de los dos cuadros siguientes (quienes se interesen por los datos anuales en los que se basan estos cuadros y sus fuentes, pueden recurrir a mi blog: www.cavallo.com.ar):
Porcentaje de crecimiento de la exportaciones en el período:
País Argentina Brasil Chile
1980/1991 49 56 73
1991/2001 121 84 89
2001/2009 99 166 123
Tipo de cambio real promedio del período:
País Argentina Brasil Chile
1980/1991 114 103 93
1991/2001 64 89 98
2001/2009 121 113 111
En el período 1980/2009 las exportaciones de Chile y de Brasil crecieron más que las de Argentina. Esto no necesita una teoría especial para ser explicado. Es sabido que en los últimos 29 años, Chile es el país que mejor manejó su economía y Brasil, tradicionalmente, tuvo más agresividad exportadora que Argentina.
La comparación interesante surge al dividir estos 29 años en tres períodos bien definidos: el de los 80s, el de la Convertibilidad y el de la vigencia intencional de la política de tipo de cambio alto en nuestro país. En el cuadro donde se presentan los promedios de los respectivos índices del tipo de cambio real, surgen, casi como si se tratara de un experimento preparado para testear la teoría del tipo de cambio alto, claras diferencias en la trayectoria de Argentina, en comparación tanto con Brasil como con Chile. Nuestro país pasó de un tipo de cambio real alto (113) entre 1980-1990 a otro que fue apenas superior a la mitad del anterior (64) para volverlo a subir a casi el doble desde que entró en vigencia la política de tipo de cambio alto (121). En los otros dos países se produjeron variaciones en la misma dirección, determinadas principalmente por los vaivenes del dólar en el mundo, pero mucho menos acentuadas que las variaciones en Argentina.
Miremos ahora el comportamiento de las exportaciones: en los dos períodos de tipo de cambio alto, las exportaciones de Chile y de Brasil crecieron mucho más rápido que las de Argentina. Por el contrario en el tan denostado período de la convertibilidad, o del “atraso cambiario” como lo llaman los teóricos del tipo de cambio alto, las exportaciones de Argentina crecieron al 121 % contra un crecimiento sólo el 89 % de las chilenas y el 84 % las de Brasil.
Sería bueno que los profesores del Plan Fénix pidan a sus estudiantes, como ejercicio práctico, encontrar explicaciones para esta aparente paradoja. Los estudiantes que razonen sin las anteojeras ideológicas de sus profesores van a descubrir que los dos determinantes principales de la competitividad exportadora de un país son: a) la política comercial externa, medida por la brecha entre el tipo de cambio efectivo de las exportaciones (reducido por las retenciones y las trabas cuantitativas a las exportaciones) y el tipo de cambio efectivo de las importaciones (aumentado por los aranceles y las restricciones cuantitativas a las importaciones) y, b) los incentivos a la inversión modernizadora de la economía, que no es otra que la inversión eficiente. A mayor sesgo anti-exportador de la política comercial externa y a menor aliento a la inversión eficiente, menor crecimiento de las exportaciones.
Cuando se trata de compensar con una moneda extremadamente devaluada un sesgo anti-exportador deliberadamente introducido en la economía y se desalienta la inversión modernizadora, lo único que se logra es que la inflación deteriore el salario real y desmejore la distribución del ingreso. Eso es exactamente lo que han conseguido al promover el abandono de la convertibilidad.
La década de los 90s, por más mentiras que se repitan sobre ella, va a quedar registrada en la historia económica de Argentina no sólo como la década en la que erradicamos la inflación, sino también como la década del mejor desempeño exportador.
Y la teoría del tipo de cambio alto, como estrategia de crecimiento, va a ir al tacho de la basura en el que terminan las elucubraciones de economistas que en lugar de trabajar por el bien común ponen su intelecto al servicio de intereses de empresarios cortesanos o se afanan, dejando de lado la objetividad científica, por revivir sus viejas teorías, desmentidas por la historia no sólo de Argentina sino de toda la humanidad.

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