En las últimas semanas autoridades y referentes de la derecha neoliberal y las
socialdemocracias adocenadas de los países europeos en crisis, incluidos los
hegemónicos, realizan esfuerzos por recuperar la iniciativa de su discurso para
garantizar la continuidad y profundización de políticas de ajuste como
estrategia para una supuesta solución a la hecatombe a la que fueron conducidos
por la financiarización los países de la periferia de la Zona Euro.
Los discursos incluyen
frecuentes referencias negativas y erróneas al camino argentino adoptado para
construir un proyecto alternativo al que nuestro país había seguido en el
último cuarto de siglo pasado en el que el conservadurismo político y la liberalización
de la economía devinieron en el estancamiento, el retroceso en los derechos
sociales, la desindustrialización, extanjerización y el debilitamiento de la
capacidad de intervención estatal en la economía.
Con el ánimo de refutar
aseveraciones que responden a una lectura de quienes hoy promueven en Europa la
aplicación del mismo tipo de políticas que condujeron a Argentina a la grave
situación de fines del siglo pasado, sustentadas en las recomendaciones del
FMI, entendemos valioso traer algunas reflexiones de nuestra Carta Abierta nº
12, de reciente publicación.
Decíamos: “Si algo se
viene construyendo como identidad del proyecto en despliegue es lo
democrático-nacional-popular. La frase no es un cliché, pues está abierta a la
vida cotidiana, a las clases sociales productoras, a los intelectuales de todas
las corrientes que interpretan con pluralidad de estilos las necesidades de un
cambio civilizatorio. Lo recorrido desde el 2003 [inicio de la actual etapa
kirchnerista] instituyó a la autonomía financiera como raíz de la política
económica y también de la propia cultura de esta etapa histórica. Desendeudarse
y ser libres para formular nuestros planes, establecer nuestra fiscalidad,
direccionar nuestro crédito, manejar nuestra moneda, disponer de nuestras
reservas, controlar los movimientos del capital especulativo, evitar la fuga de
divisas. Una libertad que, articulada con valores patrióticos, resiste las
imposiciones de las hegemonías mundiales, de amarrar con una lógica unívoca las
institucionalidades nacionales, naturalizando un pensamiento único con un
lenguaje hecho de palabras que hoy las mayorías populares perciben como
penurias, mientras ellos las pronuncian como dogma de la virtud: mercado,
ajuste, austeridad, clima de negocios. La nueva época fomentó el renacer de la
industria y el vigor del consumo popular, lo que hubiera sido imposible sin el
reencuentro de la economía y la política, de la mano de las decisiones
distributivas. El tránsito de años y de esfuerzos ha dejado una marca en la
conciencia y la sensibilidad popular: no hay vuelta atrás, no se atará más el
destino nacional al capital financiero internacional y sus préstamos
usurarios”.
Argentina con su
política autónoma ha tenido la mayor tasa de crecimiento de su historia, redujo
drásticamente su tasa de desempleo, mejoró sustantivamente la distribución del
ingreso e inició una política de reindustrialización. Los grados de libertad
ganados para el despliegue de una política económica heterodoxa y progresista,
de carácter opuesto a las imposiciones del FMI, constituyeron una cuestión
clave para los avances alcanzados. Nuestra mirada crítica sobre los ajustes
ortodoxos, reclamados e impuestos por el capital financiero en las economías
europeas en crisis, también motivó las siguientes reflexiones en la misma Carta
Abierta 12:
“Una de las palabras que
todos los pueblos aprenden a pronunciar con prudencia es la palabra tragedia.
En este caso podemos decirla. La verdadera hecatombe económico-social
internacional que proviene de la crisis de la financiarización construye un
momento trágico de la historia contemporánea: destrucción de servicios públicos
[con un acelerado proceso de privatizaciones] que devienen en la desatención de
derechos económicos y sociales; organismos internacionales de crédito
interviniendo como policía financiera para garantizar las acreencias de los
bancos en las periferias europeas; Estados nacionales del centro del mundo
puestos al servicio de los intereses de las entidades bancarias de sus países;
emisión de-senfrenada de divisas para el salvataje de las ganancias y los
capitales de los especuladores. Personajes mediocres gobiernan potencias como
sombríos espantajos que balbucean lenguas susurradas, cuando no directamente
dictadas por el poder financiero y emiten discursos que reclaman mayores
ajustes y penurias a los pueblos y regiones mundiales ya acosados por la
globalización del capital bajo una implacable estrategia especuladora, mientras
los propios esquilmadores se solicitan a sí mismos la continuidad de las políticas
que condujeron al desastre. Ni una luz, ni una idea, ni un asomo de
inteligencia estratégica en las entrañas de un poder mundial cada vez más
tentado y familiarizado con las lógicas de la impunidad. Impunidad de las
guerras injustas, de los ajustes despiadados, de los racismos, de las fronteras
para los pobres y el internacionalismo para los capitales. Se está
construyendo, ante nuestros ojos, un destino que bordea un sentimiento
aterrador, con nuevas formas de vigilancia mundial, operaciones clandestinas e
intervenciones militares que provocan lo mismo que dicen querer combatir,
rediseñándose en las sombras un nuevo código penal sigiloso que
internacionaliza puniciones, regula su misma ilegalidad e introduce en el
propio campo civilizatorio nuevas formas de violencia disciplinadora, que
incluye acciones militares selectivas que no quieren abandonar la conciencia
humanista de Occidente, por lo que se consuelan creyendo que son acciones de la
razón los más bárbaros atropellos contra la condición humana. Por eso,
nosotros, también actuamos para rescatar un legado filosófico y moral, que aun
con sus renunciamientos y deficiencias, todavía puede construir un destino
colectivo basado en libertades irreductibles y consideraciones últimas de la
razón política inspiradas en las raíces de autodeterminación que tiene toda
vida colectiva”.
“La crisis que hoy se
vive es una concurrencia compleja de discursos, sistemas y políticas. Es la
evidencia de un fin de época de retrocesos servidos con palabras edulcoradas
que velaban la realidad mientras subterráneamente el proceso avanzaba hacia el
actual desastre: fin de la historia, [muerte de las ideologías], globalización,
aldea global. Como herida expuesta queda la característica estructural de la
época y su actual desemboque: la hegemonía del capital y su despliegue
revanchista contra el trabajo, manifestada en una redistribución regresiva del
ingreso que facilitó la expresión extrema de la contradicción entre producción
y consumo. Sin riesgo para esa hegemonía el capital apuesta a una mayor
financiarización y dramáticos recortes de derechos humanos a los pobres. Una
ruta a la barbarie. Sin embargo, las luces frente a las tinieblas del mundo
central asoman en la periferia. La más prometedora, la más desafiante, la más
transformadora es la de la nueva América latina y el Caribe, que en la
situación mundial actual se constituye en lo que podríamos denominar un bloque
de resistencia contra la barbarie.”
Algunos de los
referentes neoliberales de los gobiernos europeos ajustistas declaman contra
los caminos alternativos seguidos en nuestro continente y los refieren
peyorativamente como “populistas”. Dice nuestra Carta 12 de ellos:
“Los voceros de esa
Europa que parecía ilustrada e inclusiva, cuna de todas las artes y las
ciencias y de toda protección social, no trepidan en calificar de populistas a
gobiernos democráticos latinoamericanos que han vuelto sus miradas a procederes
más ajustados a los deseos y necesidades de sus pueblos. He aquí que si el voto
en Latinoamérica y el Caribe está menos ‘bancarizado’ y responde más
aproximadamente a lo que necesitan sus indigentes y sus pobres, si crean
trabajo en lugar de destruirlo, si sus empresas son más controladas por los
Estados y los créditos bancarios se inclinan hacia los pequeños y medianos
emprendimientos en lugar de como siempre a oligo y monopolios, es porque los
acogió el demonio”.
“Consideran honorable
gesta atacar a numerosos gobiernos latinoamericanos, con la rara persistencia
de un bombardeo [mediático] continuo, porque se les ha ocurrido dar pasos hacia
la autonomía de los países centrales.”
A la vez que alertar
respecto de las consecuencias de las políticas de ajuste y comunicar nuestro
respaldo y compromiso con los proyectos autonómicos desplegados en Argentina,
Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Venezuela, queremos expresar nuestra
solidaridad y entusiasta apoyo a los pueblos europeos expresados en
movilizaciones juveniles, expresiones intelectuales, fuerzas políticas y
sociales y organizaciones de trabajadores que resisten el neoliberalismo,
reclaman y defienden sus derechos logrados con la lucha y sacrificios de varias
generaciones, y bregan por abrir paso a proyectos solidarios, democráticos y de
emancipación humana
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