miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿Crisis? Pensá en verde. Por Martín Lousteau

Acabo de regresar de Irlanda, donde participé de Kilkenomics . Se trata de un "festival de economía" en el cual profesionales de esta disciplina nos alternamos con especialistas de otras ramas, periodistas y hasta comediantes para discutir de manera llana y entretenida -pero rigurosa- los problemas en los que se encuentra sumido ese país y el mundo en general.
Entre otros estuvieron presentes: Ha-Joon Chang, una de las voces más destacadas en el campo del desarrollo económico; Bill Black, un criminólogo responsable de la condena de banqueros por comportamiento fraudulento en una crisis previa en los EE.UU., y autor del libro La mejor manera de robar un banco es ser dueño de uno; Peter Schiff, quien ya en 2006 predijo la crisis global que sobrevendría; y David McWilliams, uno de los economistas irlandeses más renombrados.

En ellos cuatro se pueden subsumir los principales temas de la problemática irlandesa y la crisis global: un crecimiento ficticio impulsado por artilugios financieros que dan lugar a fraudes bancarios y que derivan en crisis sistémicas con impacto en la vida cotidiana de millones de personas.
Después de transformarse en un país modelo en los 90, pasando de ser uno de los más pobres del bloque europeo al segundo más rico y uno de los diez de mayor ingreso por habitante del planeta, la República de Irlanda enfrenta hoy una situación económica sumamente compleja que afectará a la UE y, con ello, seguramente también al mundo.
Gran parte de sus inconvenientes se encuentran relacionados con la adopción del euro en 1999, ya que una vez eliminado el riesgo cambiario se produjo un ingreso de capitales extraordinario. Los bancos irlandeses fueron así inundados con fondos provenientes de otros países, en especial del Reino Unido, Alemania y Francia, y los utilizaron para dar préstamos hipotecarios a una escala inusitada, disparando una burbuja inmobiliaria y de consumo.
Algo similar ocurrió en otras latitudes. A esa clase de créditos se los denomina en el mundo "préstamos de mentirosos" -porque nadie chequeaba que la información brindada para obtenerlos fuera verdadera -o bien "NINJA" -dado que los beneficiarios no tenían ni ingresos, ni trabajo ni activos para respaldar la responsabilidad asumida (No Income, No Job or Assets, en inglés)-.
En Irlanda inclusive se los ha llegado a llamar "préstamos Cayenne", porque los fondos otorgados para adquirir la vivienda eran complementados por un adicional para comprar un buen auto (el Porsche Cayenne cuesta en promedio alrededor de 100.000 dólares). Esta es la razón que explica por qué en el país se vivió un boom de ventas de automóviles germanos y su parque automotor tiene hoy la mitad de antigüedad que el de la propia Alemania. Para ponerlo de una manera sencilla: los bancos alemanes proveían el dinero para que los irlandeses adquirieran autos.alemanes. Mientras una sociedad se enriquecía genuinamente produciendo, la otra vivía un esplendor ficticio consumiendo.
Este es, en parte, el drama irlandés y de varios países desarrollados: dinero fácil que incrementa artificialmente el nivel de vida sin que nadie supervise lo que se está gestando hasta que la burbuja estalla.
En los últimos dos años Irlanda sufrió una caída acumulada de más de diez puntos del producto: hoy tiene deflación y casi 15% de desempleo. Su déficit fiscal para este año será de casi un tercio del PBI. Ya se encuentra en depresión y los ajustes que se implementarán la harán hundirse aún más en el pozo.
Como en la Argentina en 2002, en suelo irlandés se palpa la bronca contra los políticos y los banqueros. Más allá de todos los rescates, de la participación de la UE y el FMI, son muchos los que se preguntan si no sería mejor emprender inmediatamente una reestructuración de la deuda. Algunos hasta comienzan pronunciar la palabra "devaluación", es decir el abandono del euro.
En nuestro país sufrimos una depresión desde octubre de 1998 hasta mayo de 2002. Pero, desde el punto de vista de la estructura económica, la dolorosa explosión eliminó los elementos que ahorcaban nuestro crecimiento: una deuda insostenible y un tipo de cambio no competitivo. En Irlanda sufrieron primero el estallido y ahora la depresión; y nada ha alcanzado para resolver las cuestiones de fondo. Los problemas sólo parecen estar comenzando Y cuesta creer que sea sólo una cuestión irlandesa.

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