miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sin margen para "profundizar" el modelo. Por Enrique Szewach

La muerte de Néstor Kirchner desató especulaciones en torno a la futura gestión de su esposa, la Presidenta. Todos nos esforzamos por dilucidar qué porción de lo que fue hasta ahora el kirchnerismo correspondía exclusivamente a Néstor, qué parte era de Cristina y cuáles compartían por igual.
Algunos allegados a la Presidenta, quizás alentados por la conmovedora respuesta popular y confundiendo, a mi juicio, simpatía y solidaridad con apoyo incondicional, ya han adelantado que lo que se viene es una profundización del “modelo K”, que será, de aquí en más, el “modelo C”.

Me parece útil, por lo tanto, repasar muy resumidamente “el modelo”, al menos desde el punto de vista económico, y qué margen para “profundizarlo” queda.
La herencia 2011 del Kirchner ministro de Economía es un gasto público en niveles récord, una presión tributaria en el mismo nivel y un déficit fiscal agregado nacional, provincial y de la Anses que se financiará con el uso de reservas del Banco Central para pagos en dólares de la deuda y con emisión monetaria para los pagos en pesos. Y un tipo de cambio “administrado”, evolucionando por debajo de la tasa de inflación, para evitar presiones sobre los precios.
Profundizar y no cambiar en este esquema macro es emitir más pesos, usar más reservas, endeudarse en el exterior o, eventualmente, encontrar alguna otra fuente “extraordinaria” al estilo de los fondos de pensión en 2008. No parece aquí haber demasiado margen de maniobra.
Mayor emisión significaría mayor presión inflacionaria. Endeudarse, aunque haya mejores tasas, sería “cambio” y no profundización. No hay muchas “expropiaciones” adicionales que den caja y plantear mayor suba de impuestos (desacelerar el gasto no sería profundizar) choca con un Congreso que, por el contrario, insiste en el camino inverso. Acelerar la devaluación del peso frente al dólar, aisladamente de un programa integral, afectaría, como se comentó, los precios internos de exportables e importables en un ambiente que ya tiene una elevada tasa de inflación.
En el marco macroeconómico, entonces, no parece haber demasiado margen para seguir cavando.
En materia de provisión de servicios públicos, las empresas privatizadas se han convertido en empresas públicas de gestión privada, en donde la inversión y las decisiones más importantes se manejan y se financian desde el sector público, mientras que los precios que pagan los consumidores se mantienen aislados de los costos operativos mediante una maraña de subsidios pagados con impuestos y emisión monetaria.
¿Qué sería, en este contexto, profundizar? Expropiar empresas que ya han sido expropiadas en los hechos tendría poco sentido y no da caja. Reducir subsidios y subir precios no sería profundizar sino cambiar y a contramano del objetivo político de mantener baratos los servicios, pese al problema de largo plazo de seguir descapitalizando y desintegrando irracionalmente el sector, hipotecando el futuro energético argentino.
En materia de precios, política comercial, Indec, etc., tampoco se puede hacer demasiado. Reconocer la verdadera inflación no sería profundizar. Abandonar la intervención informal sobre precios sensibles, tampoco. Administrar más todavía el comercio exterior para evitar las consecuencias en el desajuste entre costos internos y la política cambiaria se puede hacer en el extremo, pero tiene límites impuestos por los acuerdos internacionales o por las represalias individuales de otros países (como ya se probó con China y Brasil, por ejemplo).
No parece, por lo tanto, existir mucho margen de maniobra, exclusivamente en el campo de la política económica, para “profundizar”. Tampoco lo hay, seamos justos, para cambiar.
Sin embargo, esto no significa que no lo quieran intentar, más allá de las consecuencias, o que, en el marco de la indisciplina fiscal y salarial que regirá de aquí en más, con vistas a las elecciones, veamos crecer los conflictos en torno a una caja que ya sólo se “estira” con inflación. Si el mundo ayuda, sin embargo, estos conflictos pueden, pese a todo, no salirse de madre, en la medida en que los actores de reparto que ha dejado la muerte de Néstor Kirchner adquieran el protagonismo responsable que se necesita. Veremos.

No hay comentarios: