(Publicado en El País, Madrid, jueves 20/01/2011)
El artículo de Paul Krugman titulado ¿Tiene salvación Europa?, que publicó EL PAÍS el pasado domingo, es muy bueno en términos de las alternativas que afronta Europa, pero cuando habla de la "estrategia argentina completa", hace una descripción errónea de sus supuestos méritos. Esta interpretación puede ser peligrosa para Europa.
Paul Krugman presenta cuatro estrategias que los europeos podrían utilizar para salir de la crisis a las que denomina: "resistir", "reestructuración de la deuda", "la estrategia argentina completa" y "europeísmo revitalizado".
Coincido plenamente con su comentario sobre las virtudes de la cuarta estrategia. Coincido parcialmente con su argumento en favor de reestructurar la deuda de aquellos países en los que parece muy difícil recuperar la confianza de los inversores con su actual endeudamiento, seguramente Grecia e Irlanda y probablemente Portugal. Sería peligroso que también se vieran obligados a hacerlo España y Bélgica.
Pero la insistencia de Paul Krugman en considerar que, a la postre, la salida que encontró Argentina a su crisis de 10 años atrás (a la que Krugman denomina "la estrategia argentina completa") es superior a la que lograron los países que, como Letonia, Estonia y Lituania, preservaron sus sistemas de convertibilidad monetaria, puede llevar a los europeos a adoptar decisiones equivocadas.
Krugman sostiene que "resistir" y mantener los regímenes de convertibilidad monetaria tiene costes recesivos exagerados y que la recuperación va a ser muy lenta. Señala como ejemplo los casos de Letonia, de Estonia y de Lituania, donde los salarios descendieron un 15% en el primer caso y un 10% en los otros dos, y sufrieron caídas del producto interior bruto (PIB) a niveles de depresión económica. Lo que no menciona Krugman es que en Argentina, que ya había sufrido una recesión de casi el 15% hasta finales de 2001, con una caída de los salarios de 13%, a causa del abandono de la convertibilidad durante el año 2002, el PIB cayó otro 10% y los salarios se desplomaron, en términos reales, más del 30%.
Tampoco menciona que la rápida recuperación a partir de 2003 se produjo gracias a un ritmo inédito de mejora en los términos del intercambio externo y que, a pesar de esta bonanza, a partir de 2002 la economía argentina se descapitalizó peligrosamente en sectores claves, desde la energía y los transportes hasta la ganadería. Y, como si todo esto fuera poco, está sufriendo niveles muy elevados de inflación en comparación con el resto de los países del mundo.
En el plano procedimental, Krugman sostiene que lo que hizo posible la devaluación en Argentina fue la retirada de dinero de los bancos y la imposición de límites a las extracciones de dinero en efectivo. Luego sugiere que la devaluación permitió parar esa corrida. En sus propios términos: "Esta retirada obligó al Gobierno argentino a limitar el dinero que se podía sacar y, una vez que estos límites entraron en vigor, fue posible cambiar el valor del peso sin desencadenar una segunda retirada masiva".
Esto no es cierto. La corrida en contra de los depósitos bancarios se acentuó después de la devaluación, a punto tal que el Gobierno debió transformar lo que era una simple restricción al retiro de efectivo, el denominado corralito, que permitía seguir utilizando el dinero bancario para los pagos, en una verdadera confiscación de todo tipo de depósitos bancarios, obligando a su reestructuración y congelación por un largo periodo de tiempo, el denominado corralón.
Yo estoy convencido de que con una combinación de las estrategias de "resistir", como lo están haciendo ahora, más una "reestructuración de la deuda" en los países con pocas posibilidades de recuperar la confianza inversora y, finalmente, un "europeísmo revitalizado" que los lleve a un mayor grado de integración fiscal y política, Europa no solo puede ser salvada, sino que volverá a jugar su papel de región ejemplar de paz y progreso como lo fue desde el final de la II Guerra Mundial. Sería un suicidio para Europa y una calamidad para el mundo que los países europeos que hoy sufren crisis trataran de conseguir una salida siguiendo "la estrategia argentina completa".
Domingo Cavallo fue ministro de Relaciones Exteriores y ministro de Economía de Argentina.
Coincido plenamente con su comentario sobre las virtudes de la cuarta estrategia. Coincido parcialmente con su argumento en favor de reestructurar la deuda de aquellos países en los que parece muy difícil recuperar la confianza de los inversores con su actual endeudamiento, seguramente Grecia e Irlanda y probablemente Portugal. Sería peligroso que también se vieran obligados a hacerlo España y Bélgica.
Pero la insistencia de Paul Krugman en considerar que, a la postre, la salida que encontró Argentina a su crisis de 10 años atrás (a la que Krugman denomina "la estrategia argentina completa") es superior a la que lograron los países que, como Letonia, Estonia y Lituania, preservaron sus sistemas de convertibilidad monetaria, puede llevar a los europeos a adoptar decisiones equivocadas.
Krugman sostiene que "resistir" y mantener los regímenes de convertibilidad monetaria tiene costes recesivos exagerados y que la recuperación va a ser muy lenta. Señala como ejemplo los casos de Letonia, de Estonia y de Lituania, donde los salarios descendieron un 15% en el primer caso y un 10% en los otros dos, y sufrieron caídas del producto interior bruto (PIB) a niveles de depresión económica. Lo que no menciona Krugman es que en Argentina, que ya había sufrido una recesión de casi el 15% hasta finales de 2001, con una caída de los salarios de 13%, a causa del abandono de la convertibilidad durante el año 2002, el PIB cayó otro 10% y los salarios se desplomaron, en términos reales, más del 30%.
Tampoco menciona que la rápida recuperación a partir de 2003 se produjo gracias a un ritmo inédito de mejora en los términos del intercambio externo y que, a pesar de esta bonanza, a partir de 2002 la economía argentina se descapitalizó peligrosamente en sectores claves, desde la energía y los transportes hasta la ganadería. Y, como si todo esto fuera poco, está sufriendo niveles muy elevados de inflación en comparación con el resto de los países del mundo.
En el plano procedimental, Krugman sostiene que lo que hizo posible la devaluación en Argentina fue la retirada de dinero de los bancos y la imposición de límites a las extracciones de dinero en efectivo. Luego sugiere que la devaluación permitió parar esa corrida. En sus propios términos: "Esta retirada obligó al Gobierno argentino a limitar el dinero que se podía sacar y, una vez que estos límites entraron en vigor, fue posible cambiar el valor del peso sin desencadenar una segunda retirada masiva".
Esto no es cierto. La corrida en contra de los depósitos bancarios se acentuó después de la devaluación, a punto tal que el Gobierno debió transformar lo que era una simple restricción al retiro de efectivo, el denominado corralito, que permitía seguir utilizando el dinero bancario para los pagos, en una verdadera confiscación de todo tipo de depósitos bancarios, obligando a su reestructuración y congelación por un largo periodo de tiempo, el denominado corralón.
Yo estoy convencido de que con una combinación de las estrategias de "resistir", como lo están haciendo ahora, más una "reestructuración de la deuda" en los países con pocas posibilidades de recuperar la confianza inversora y, finalmente, un "europeísmo revitalizado" que los lleve a un mayor grado de integración fiscal y política, Europa no solo puede ser salvada, sino que volverá a jugar su papel de región ejemplar de paz y progreso como lo fue desde el final de la II Guerra Mundial. Sería un suicidio para Europa y una calamidad para el mundo que los países europeos que hoy sufren crisis trataran de conseguir una salida siguiendo "la estrategia argentina completa".
Domingo Cavallo fue ministro de Relaciones Exteriores y ministro de Economía de Argentina.
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