martes, 29 de noviembre de 2011

Cómo nos llegan los efectos de la crisis internacional. Por Orlando Ferreres

No se está encontrando una solución a los problemas del sistema de economía del bienestar, principalmente en Europa. Este sistema, de una manera simplificada, consiste en que el Estado debe hacerse cargo de casi todo lo que pueda necesitar un ciudadano para su felicidad. Básicamente trabajar 35 horas por semana.
Tener más de un mes de vacaciones, unas en invierno y otras en verano. Jubilarse a los 60, o aún antes, pero con un alto nivel de beneficios. Mantener el empleo aun frente a una falta de dedicación del empleado, es decir ninguna flexibilidad laboral, en tanto que si la hay en China y otros países. Y una lista muy larga otras ventajas, todas las cuales implican incrementar el gasto y casi siempre financiarlo con aumento de la deuda pública. En el mundo desarrollado en crisis, todas las recetas, keynesianas o monetaristas, aplicadas en los últimos 4 años no han dado el resultado esperado. Las recetas viejas no sirven para los problemas de hoy y el mañana se torna peligroso, pues no se sabe que hacer.

En otras palabras, tanto Europa, como Estados Unidos y Japón, los países desarrollados que suman el 65% de la economía mundial, no se tiene muy claro cuando van a superar la crisis que se inició en 2008. Posiblemente les lleve algunos años más.

Repercusión en los emergentes grandes y en nosotros
Brasil, China, India, Vietnam y otros países emergentes han evolucionado muy favorablemente en los últimos 8-10 años, produciendo para los países desarrollados de una manera eficiente y mucho más barata, principalmente por las ventajas de una mano de obra bien entrenada y de menor costo.

Con la nueva recaída de las economías desarrolladas, resulta muy difícil venderles más a Estados Unidos, Europa o Japón y esto se está notando en los niveles de actividad de los emergentes más grandes. Tomaremos el caso de Brasil, dado que nuestra industria esta muy correlacionada con la actividad fabril brasileña, aunque con un retraso de 3-4 meses. Si la industria brasileña crece nosotros crecemos a los 4 meses y si se desacelera, nosotros nos desaceleramos en igual lapso y se entra en recesión, nosotros entramos en recesión a los 4 meses de haberlo hecho ellos.

Ahora bien, nosotros no dependemos solo de Brasil para la actividad industrial, pues podemos tomar medidas para hacer más competitiva nuestra industria. Por ejemplo, podríamos mejorar nuestro tipo de cambio real, aunque no lo hemos hecho. Por el contrario, Brasil mejoró su tipo de cambio real, por devaluación de su moneda, en un 26% en los últimos 2 meses. También ha intentado bajar las tasas de interés de referencia, para reactivar su economía interna.



¿Cuál ha sido el resultado en la industria de Brasil de las medidas que adoptaron? Hasta ahora no han logrado cambiar la tendencia, como podemos ver en el siguiente gráfico:



La actividad industrial de Brasil que venía expandiéndose bien en la primera parte del año se desaceleró y en los 9 primeros meses de 2011 creció sólo el 1 % en relación al mismo periodo de 2010. En septiembre muestra una recesión de 2% anual. Esto es muy grave. Pero aún lo es más si vemos que la industria automotriz presentó una reducción de actividad de 22,3 % en relación a septiembre de 2010. Nosotros dependemos mucho de la evolución de la actividad de esta industria en Brasil. También puede apreciarse como se frenaron en septiembre de 2011 las industrias de Bienes de Capital, Piezas y Accesorios y de Insumos Industriales. Indica que el proceso de inversión es muy débil. La devaluación que hemos mencionado señala que tratan de exportar más al resto del mundo. Como por el Mercosur tenemos arancel cero para muchas industrias, seguramente vamos a sufrir esa competencia tan fuerte en los próximos meses.

La causa de esta menor actividad de Brasil está ubicada en la crisis de los países desarrollados que, a lo sumo, compran lo mismo que el año pasado o aún menos. También China e India sufren el mismo proceso. Por eso demandan menos de los productos que nos compran. Por ejemplo, el precio de la soja bajó 135 dólares por tonelada en los últimos 30 días. Ello va implicar -de mantenerse esos precios- una reducción de ingresos fiscales por retenciones agrícolas de unos $10.000 millones menos para 2012, teniendo en cuenta que también cayó el precio del trigo, del maíz y del girasol.

Es el momento de actuar, al menos para paliar los efectos sobre nosotros de estos cambios en el panorama internacional, que nos afectarán en unos 4 meses..

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