Es ridículo hablar, como algunos europeos, del "fin del capitalismo". Una buena vida requiere un lugar de trabajo gratificante -de cambio y desafío- y eso requiere algún tipo de capitalismo que funcione bien.
Es indudable que el sector bancario en Estados Unidos se desquició. Al comprar hipotecas para armar paquetes con valores respaldados por hipotecas, los bancos exportaron al resto del mundo una profusión de activos que fueron sobrevaluados por las sociedades financieras que los compraron.Las calificadoras, que hicieron sus cálculos sólo en base a hipótesis rosadas y nunca pensando en el peor escenario, fueron cómplices en esta sobrevaluación.Al vender instrumentos derivados, como seguro frente a impagos ("default insurance") y otras obligaciones de deuda colateralizada, los bancos estaban vendiendo activos tan complejos que era imposible para muchos inversores entenderlos.Por último, los bancos terminaron transformándose en sus propios peores enemigos. El nivel de sus créditos y sus endeudamientos para otorgar esos créditos alcanzaron un nivel tan alto en relación con su capital o sus acciones, que cualquier perturbación seria en los precios de los activos -el efecto de un incumplimiento de pago o el efecto de una reposición de márgenes de garantía- podía repercutir de manera devastadora sobre el capital de cualquier banco y por ende sobre su capacidad para funcionar y sobrevivir. En algunos bancos, el apalancamiento medido no era extraordinariamente alto pero la opacidad de los activos y la incertidumbre resultante en cuanto a sus retornos futuros eran muy elevadas.El hecho de que los bancos optaran por asumir niveles de riesgo cada vez mayores, sin un fin a la vista hasta el colapso, fue un efecto de la remuneración a los empleados: podían ganarse fortunas por cada día adicional que el banco pudiera operar. No había ninguna disposición de recuperación que estipulara el pago de bonificaciones solamente por el desempeño a largo plazo.¿Es necesaria una regulación para eso? Indudablemente hacen falta algunas regulaciones nuevas en ciertos casos.Sin embargo, numerosos observadores sostienen que la falta de restricciones en el sector bancario se debió más a la incapacidad de las autoridades reguladoras en el ejercicio de sus poderes que al hecho de que la autoridad reguladora no actuara. Hace falta, por sobre todo, una nueva mentalidad.Un tema fundamental que las discusiones sobre regulación deben abordar, de todas maneras, es qué función necesita la sociedad que desempeñe el sector bancario. En las últimas dos décadas, los bancos fueron tratando cada vez más de hacer dinero con hipotecas, residenciales y comerciales. Como esto ya demostró ser difícil, los bancos tendrán que reducir su oferta de crédito a la economía en su conjunto o de lo contrario redireccionar parte de su crédito al sector empresarial.Lamentablemente, en líneas generales los bancos parecen haber perdido la habilidad para crear créditos e inversiones empresariales que supieron tener en los fabulosos años de los bancos de inversión como el Deutsche Bank y J.P. Morgan.¿Los grandes bancos en Estados Unidos serán capaces de recobrar esa habilidad?Lo más probable es que bancos muy regulados no sean fuentes ideales de finanzas para la inversión empresarial, sobre todo para inversiones en empresas innovadoras. Una fuente natural de financiación para nuevas firmas son los tíos ricos, llamados "inversores ángeles", que saben más sobre la creación de nuevas empresas de lo que podría llegar a saber un banquero. Otra fuente natural de financiación son los capitalistas de riesgo, que también tienen una historia de emprendimientos como para ser capaces de asumir el rol de mentores y financiar a las empresas jóvenes. Algunos de los "hedge funds" (fondos especulativos) también están haciendo un trabajo creativo en la financiación de proyectos innovadores.Obviamente, a la sociedad no le conviene regular a los tíos ricos, los capitalistas de riesgo y los hedge funds que invierten o prestan a pequeñas o nuevas empresas. Si la sociedad comete el error de hacerlo, la innovación sufrirá. Como lo harán los reconocimientos al trabajo. Y la oferta de empleos.
TRADUCCION: CRISTINA SARDOY.
* Premio Nobel de Economía en el año 2006, se destacó en el análisis de la macroeconomía.Estudió y escribió sobre los efectos que la inflación tiene sobre la tasa de desocupación.
Reactivación de demanda versus desinflación
Hace 1 mes
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