martes, 13 de noviembre de 2012

Por qué nos cuesta tanto exportar. Por Orlando Ferreres

Muchos sectores industriales están quedando con altos costos como para competir en los mercados del exterior, especialmente aquellos del interior que utilizan en su producción mano de obra de una manera importante.
Ejemplos evidentes de estas situaciones pueden ser las exportaciones de frutas frescas y secas, aceitunas, vinos, madera, herramientas, y sectores siderúrgicos. Y muchos otros menos evidentes, pero que están sufriendo una falta de competitividad a pesar de que han hecho muchas inversiones y de que sus productos estén homologados en muchos países.

Los costos internos, expresados en dólares, han subido demasiado y esto no lo pueden solucionar los sectores afectados. Son las condiciones generales de la macroeconomía que los perjudican, ya que se han desalineado las variables importantes para cumplir otros fines, distintos al objetivo de la exportación. Hay muchos ejemplos, pero el más fácil de ver es el de usar el tipo de cambio como ancla antinflacionaria, por lo cual el tipo de cambio aumenta menos que la inflación.
Los costos internos, expresados en dólares, han subido demasiado y esto no lo pueden solucionar los sectores afectados
Las variables nominales suben sin tener en cuenta que hay que seguir operando con el mundo, tanto en importación de insumos o combustibles, como en turismo, comercio de bienes y servicios, finanzas, y otras variables. ¿Qué es lo que aumenta mucho? Por ejemplo, el Estado gasta mucho y, para pagar, primero sube los impuestos, tanto a nivel nacional, como provincial o municipal. Algunos impuestos nacionales se devuelven al exportar, como el IVA, pero los provinciales y municipales no, por lo que pasan a ser un costo argentino, salvo alguna jurisdicción. Además, la devolución nacional de impuestos se hace muy lentamente y la deuda con el sector que envía mercadería al exterior es de muchos meses de atraso que suman millones y millones. Estos son costos que tienen que asumirse al exportar.
Aún con los aumentos espectaculares de impuestos que se han verificado, a los funcionarios del Estado no les alcanza ese dinero para cumplir los gastos que se proponen y entonces, en lugar de ponerse un límite como indica la economía, siguen igual gastando y le piden emisión al Banco Central para cubrir el déficit. Esto afecta al valor del dinero que disminuye al incrementarse excesivamente los medios de pago monetarios (30-35 % anual) por la causa que hemos señalado. Pero ¿cuál es el valor del dinero? Es la inversa del nivel de precios. Por lo tanto, si un país aumenta mucho sus medios de pago, su abundancia respecto de lo necesario para la economía hará que su valor disminuya como pasa con cualquier cosa disponible en exceso y el nivel de precios va a aumentar para mantener la ecuación anterior.
Ahora bien, si hay mucha inflación los sindicatos van a pedir mayores aumentos salariales para compensar e incluso adelantarse a la inflación. Los empresarios van a pedir autorizaciones para trasladar sus nuevos costos a los precios de los productos a la oficina de control respectivo (Secretaria de Comercio) y así se produce una realimentación de la inflación por toda la economía, sin que nadie recuerde cuál fue la causa original.
Aún con los aumentos espectaculares de impuestos que se han verificado, a los funcionarios del Estado no les alcanza ese dinero para cumplir los gastos que se proponen y entonces, en lugar de ponerse un límite como indica la economía, siguen igual gastando y le piden emisión al Banco Central para cubrir el déficit
Para tratar de aminorar esta realimentación, el Estado corrige el tipo de cambio en dosis pequeñas (5-8 % anual) sin mucha relación con la inflación anual (25% por año). Así los costos internos, medidos en dólares han crecido un 104 % desde 2008. Esto nos desubica internacionalmente.
Observemos un componente del costo que puede compararse fácilmente: la mano de obra. Tomaremos los salarios brutos sujetos a aportes del trabajador formal según las cifras oficiales y los dividiremos por el tipo de cambio oficial. Lo mismo haremos para Brasil.
En la convertibilidad, en 2000 o 2001 por ejemplo, el salario formal era de 980 U$S por mes en la Argentina y de 380 U$S por mes en San Pablo, Brasil, o sea éramos 2,6 veces más caros y la convertibilidad reventó en híper recesión. Con la devaluación de 2002, el salario real en la Argentina disminuyó a un nivel de 300 U$S por mes en el promedio de ese año. Era un nivel incluso más barato que el de Brasil por algunos meses. Posteriormente, ambos países fueron creciendo sus costos salariales en dólares, Brasil por la revaluación nominal del real y la Argentina por la inflación sin corrección cambiaria equivalente. Hacia abril de 2008 ambos países estaban en 800 U$S por mes.
Cepo cambiario, prohibiciones de importar, no autorizar, de hecho, la remisión de dividendos ni de otros conceptos al exterior para ahorrar dólares son síntomas claros de que algo está pasando y esas medidas son un tratamiento con aspirinas del problema, no su progresiva solución, que debe ser integral.
En septiembre de 2008, por la crisis internacional de ese año, Brasil devaluó bastante y su salario cayó a 600 U$S por mes, frente al nuestro que se mantenía en 800 U$S por mes. A partir de allí las evoluciones fueron diferentes, por nuestra fuerte inflación de 25% contra alrededor de 5% en Brasil. En agosto de 2012, estamos en un salario formal de 1600 U$S por mes en la Argentina en tanto que en Brasil se ubica en los 900 U$S por mes, que es también caro en relación a su historia, pero nosotros somos un 79 % más caro que Brasil y 63% más caros comparados con nuestra propia convertibilidad, la de Menem y De la Rúa, que tanto criticamos.
Es un poco tedioso analizar los números, pero en economía es necesario para no dar opiniones, sino hablar de hechos confirmados con números. Creo que es un tema para estudiar y corregir antes de llegar al mismo punto de los últimos años de la convertibilidad, en los que las industrias del interior del país fueron cerrando y por lo tanto fue aumentando progresivamente la desocupación. Cepo cambiario, prohibiciones de importar, no autorizar, de hecho, la remisión de dividendos ni de otros conceptos al exterior para ahorrar dólares son síntomas claros de que algo está pasando y esas medidas son un tratamiento con aspirinas del problema, no su progresiva solución, que debe ser integral..

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