jueves, 5 de mayo de 2011

Pensando el futuro del gasoil. Por Alieto Guadagni

Nuestra economía ha crecido nada menos que un 55 por ciento por encima del nivel del 2003, pero sin embargo la producción de petróleo es hoy un 22 por ciento inferior a la de mayo de ese año, ya que cae mes a mes desde hace ya varios ciclos.
Esta tendencia negativa se agravará en el futuro por la caída en la exploración y la consiguiente reducción en las reservas. Hacia el 2003, más de la cuarta parte de la producción de petróleo era exportada, mientras que actualmente comenzamos a ser importadores, no de petróleo crudo, sino de sus derivados, particularmente gasoil.
Esto se explica fácilmente, pues hace décadas que no se amplía la capacidad de nuestras refinerías. Este insumo energético es muy importante para el sector agropecuario, ya que el costo del gasoil incide en los costos de las labores agrícolas.
Pero, además, como tampoco se ha modernizado el ferrocarril de cargas y la inmensa mayoría del transporte de los productos del campo se hace mediante camiones, el gasoil también es un elemento gravitante en los costos de comercialización.
Esta dependencia de la rentabilidad agropecuaria del costo de los fletes camioneros, especialmente en las zonas más alejadas de los puertos de embarque, hace oportuna una reflexión acerca del futuro en el abastecimiento de gasoil.
Hacia el 2004 se producían anualmente alrededor de 12 millones de metros cúbicos de gasoil, se consumían 11,3 millones y, por lo tanto, las exportaciones netas llegaban a los 0,7 millones de metros cúbicos. Desde entonces el país creció y el consumo trepó en el año 2010 a 16 millones de metros cúbicos, es decir, un 41 por ciento más, pero la producción de gasoil apenas subió un 7,5 por ciento, ubicándose el año pasado en 12,9 millones de metros cúbicos.
El déficit de producción nacional fue cubierto con nada menos que 3,1 millones de metros cúbicos de gasoil importado a precios internacionales, valores superiores a los vigentes en el mercado interno.
En el 2004 éramos exportadores de gasoil, pero como cayó la producción de petróleo y, a pesar de las declaraciones de Comercio, Guillermo Moreno, hacia el año 2006, la anunciada gran refinería de petróleo a ser instalada en Comodoro Rivadavia nunca se concretó, y la producción nacional de gasoil está, de hecho, estancada.
En síntesis, en estos últimos años pasamos de ser exportadores de gasoil a ser fuertes importadores. En estos momentos, la quinta parte del consumo de gasoil es cubierto con importaciones. Esta proporción, en el caso de que se mantenga la actual política energética sin inversiones ni en producción de petróleo ni en nuevas refinerías, crecerá considerablemente en los próximos años, ya que el 100 por ciento del incremento del consumo interno tendrá que ser cubierto por nuevas importaciones.
El escenario se complica porque, además, como también cae la producción de gas natural por la acelerada caída en la exploración y las reservas, las centrales eléctricas tienen que consumir más gasoil (un insumo muy caro para ser lamentablemente quemado en unidades de generación), permitiendo así liberar gas para compensar la declinante oferta de gas orientada al consumo de las familias.
En el mundo se producen y consumen por cada litro de nafta un poco más de gasoil (1,1 litros), con grandes diferencias entre Estados Unidos-Japón (se consume más nafta que gasoil) y Europa (donde se consume más gasoil que nafta).
En la Argentina, hace cuarenta años se consumía un 50 por ciento más de nafta que de gasoil, pero en la actualidad somos uno de los países con mayor consumo relativo de gasoil en el mundo: más de dos litros de gasoil por cada litro de nafta (sin contar el gasoil que queman las centrales eléctricas).
Por esta razón somos un país “gasoil dependiente”, ya que, por décadas, los impuestos a los combustibles fueron más altos para las naftas, lo cual produjo una modificación estructural en nuestro parque automotriz. El menor impuesto al gasoil fue, en su momento, justificado por su utilización en las tareas agrícolas y en el transporte carretero, pero a la larga impulsó a la industria automotriz a promover los autos gasoleros, (cosa que no ocurrió en Brasil, que sencillamente prohibió el patentamiento de autos gasoleros).
Con la actual política energética que avanza sin cesar desde hace siete años a la pérdida del autoabastecimiento, tanto en petróleo como en gas, en el próximo trienio el gasoil importado llegará a representar alrededor de la tercera parte del consumo total interno.
En este nuevo escenario, los precios internacionales comenzarán a pesar más fuertemente en nuestros valores internos que los subsidios fiscales; la creciente dependencia externa presionará sobre los precios actuales y tenderá a achicar la actual diferencia a nuestro favor cuando nos comparamos con nuestros vecinos del Cono Sur, donde los precios del gasoil superan a los nuestros de acuerdo a estos porcentajes: Brasil 45%, Chile 40%, Perú 36%, Paraguay 27% y Uruguay 90%.
La situación más difícil se encuentra en el transporte de pasajeros, ya que por la gravitación de los subsidios las diferencias son aquí mucho más grandes. Un vehículo de pasajeros en Paraguay paga por el gasoil casi cinco veces más que uno nuestro, y en el Uruguay paga siete veces más.
El dato nuevo a tener en cuenta en este futuro escenario es que en los últimos años se ha instalado nueva capacidad para procesar 2,6 millones de toneladas de biodiesel. Habrá entonces que prever un crecimiento en la importancia de los biocombustibles.

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